Lo que compramos o dejamos de comprar, lo que usamos o desechamos. Lo que decidimos aprender, leer, escuchar, andar, ver. Lo que comemos o no comemos, lo que nos movemos o no nos movemos. Lo que decidimos decir o no decir, hacer o no hacer, con quién compartimos nuestro día, a qué lugares vamos.
En términos prácticos cada una de las decisiones que tomamos a diario crean nuestra vida. Así una simple decisión determina nuestra salud, impacta nuestro estado emocional, resuelve nuestras finanzas, define nuestras relaciones o hace posible el cumplimiento de nuestros propósitos.
Por eso, la responsabilidad personal pasa por entender el impacto de las decisiones que tomamos en nuestra vida, en la de los demás e incluso en las generaciones futuras.
En la vida, cada decisión tiene una consecuencia y cada acto es definitivo. De ahí la importancia de vivir con conciencia, ya que nuestra vida es el resultado de nuestras decisiones y acciones, mas no de nuestras circunstancias y una buena relación con nuestro dinero depende de la capacidad de percibir esta realidad.
Prestando atención a nuestras motivaciones, actuando con moderación, tomando decisiones con equilibrio entre la razón y la emoción, balanceando lo que queremos con lo que necesitamos, teniendo coherencia entre nuestros valores y nuestras prioridades y emprendiendo las acciones que nos lleven a construir un sólido mañana desde hoy.
«La libertad, al fin y al cabo, no es sino la capacidad de vivir con las consecuencias de las propias decisiones»
James Mullen